sábado, 7 de julio de 2012

Una breve introducción hacia la comprensión lectora

Vivimos en un mundo completamente letrado y alfabetizado en el que para desenvolvernos de manera competitiva y efectiva necesitamos estar a la vanguardia para replicar a las nuevas exigencias que se nos plantea nuestra sociedad. Para lograrlo se requiere de una serie de herramientas que se componen de conocimientos, habilidades y actitudes, pero dentro de éstas nos remitimos a aquellas de índole más básica, el conocimiento de la lengua.

Tomando en cuenta, que se entiende por lenguaje a "cualquier sistema de comunicación estructurado, para el que existe un contexto de uso y ciertos principios combinatorios formales", el conocimiento y uso del mismo constituye la base para desarrollarnos plenamente en cualquier ámbito de la vida de cualquier individuo. Sin embargo, el conocimiento de la lengua no se remite únicamente al oral, es decir, el lenguaje hablado, si no también se refiere a la escritura, "sistema básico de representación de una lengua, por medio de signos trazados o grabados sobre un soporte".

Ambos códigos son complementarios de un mismos lenguaje: el hablado reside en la comunicación de significados mediante expresiones fónicas; mientras que el escrito, sustenta sus significados por medio de grafías.

En el proceso comunicativo intervienen los siguientes elementos: emisor, mensaje y receptor. El emisor codifica el mensaje y transmite la información por medio de un canal (fonemas) a un receptor que a su vez decodifica e interpreta el mensaje. Fácilmente podemos relacionar este proceso con el lenguaje oral, pero ¿qué ocurre con el escrito?

El lenguaje escrito es la representación de la lengua por medio del sistema de escritura, por lo que este proceso comunicativo ocurre de diferente manera. La interacción se da entre el texto y el lector. Haciendo una comparación con el proceso comunicativo, arriba descrito, el autor funge como emisor, mientras que el mensaje se transmite de forma gráfica, de esta manera el rol del receptor recae en el lector.




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